23 marzo 2009

Calma

Y un verso que recorre los labios infinitos de la taza del váter.

Al menos, ahora, no tengo tiempo al egoísmo furtivo de las conversaciones a oscuras de mente a corazón. O de corazón a mente, todo depende del cristal con el que se mida la distancia.

Los conceptos bailan flamenco con los pies desnudos. Y yo no me canso de bailar con ellos, con la falda de vuelo de los recuerdos. Gaseosa y antigua, de tan descolorida tan hermosa. En el mundo del eterno retorno, la levedad del ser se convierte en gesto unánime para la asamblea de los sentidos. ¡Qué alboroto! ¡Qué falta democrática! ¡Qué falta de albedrío!

...cada setecientos años florece el laurel...


No hay comentarios:

Publicar un comentario